Etiopatogenia

El trastorno de pica ha sido estudiado por pediatras, ginecólogos, dermatólogos, psiquiatras, psicólogos, nutricionistas, antropólogos, etc., por lo que se ha interpretado como un trastorno de conducta, alimentario, enfermedad mental, pobreza, hambre… pero realmente la causa de la pica es desconocida.

Se ha descrito una relación con el Síndrome de Kluver-Bucy, aunque no se conoce ninguna lesión cerebral específica que la provoque. Los factores implicados en el origen y mantenimiento de la pica son hambre, náusea, vómito, molestias digestivas, aumento de la producción de saliva, alteraciones del gusto y olfato. Los factores de riesgo más importantes a tener en cuenta son la pobreza, el abandono y la falta de supervisión de los padres, en niños y discapacitados.

Estudios epidemiológicos y clínicos relacionan la pica con la falta de hierro y cinc fundamentalmente, además de la necesidad de algunos nutrientes deficitarios. La pica al igual que la falta del hierro, se han descrito en embarazadas, niños, personas con perdidas sanguíneas digestivas, etc.

En estudios realizados con ratas albinas, la falta de hierro les ha inducido al aumento de la pagofagia (consumo de hielo), revirtiendo la situación después de corregir el déficit. Durante el embarazo, mujeres anémicas han cedido la pagofagia después de tratar con hierro y no con placebo. La administración de hierro resuelve la pica en muchos casos, generalmente antes de que se corrija la anemia (lo que implica un mecanismo independiente).

Aun pareciendo que la pica se resuelve corrigiendo la falta de hierro en el organismo, queda por investigar y explicar el motivo por el cual se produce este mecanismo. Se calcula que en el mundo puede haber 2.000 millones de personas anémicas. Mujeres y niños (la mitad) por falta de hierro.

Otro micronutriente que se ha relacionado con la pica es el cinc. Después de su administración en jóvenes consumidores de tierra, se ha notado una mejoría o desaparición, al igual que en muestras de niños chinos e indios durante casos clínicos en los que también han disminuido los episodios de pica.

La carencia de cinc, independientemente de otros factores, multiplica por 6,25 las posibilidades de padecer pica, siendo este, el factor más importante, por encima de la discapacidad intelectual y el déficit de hierro.

La inmunidad, crecimiento, reproducción, vista, gusto y olfato, anorexia, déficit de atención e hiperactividad, etc., son funciones y trastornos relacionados con el cinc. Se reconoce su participación en complejos enzimáticos y en el metabolismo de neurotransmisores, ácidos grasos, melatonina, etc. En experiencias con ratas, la carencia de cinc produce reducción de la ingesta conformando ciclos de 3-5 días entre comidas y una elevación del neuropéptido. Y en los núcleos hipotalámicos en un posible intento de normalizar dicha ingesta. En cualquier caso, si el cinc es un factor etiopatogénico en el desarrollo de la pica, se desconoce su mecanismo de acción, al igual que en el caso del hierro.

Desde el punto de vista psicológico la pica se ha interpretado como un retraso madurativo en el que persistiría la conducta de llevarse cosas a la boca. También como una variante en personas incapaces de discriminar lo comestible de lo que no lo es. La evidencia sugiere que, en la mayoría de los casos, las personas con pica discriminan y buscan expresamente lo que ingieren.

La explicación psicológica más aceptada es que la pica es una conducta aprendida, reforzada ambientalmente, con la finalidad de conseguir atención, evitar situaciones desagradables, conseguir cosas concretas o autoestimularse. Este último caso parece el más frecuente. El aprendizaje de este trastorno también puede ser por imitación de otros individuos o incluso de mascotas.

La explicación psiquiátrica se ha descrito como una respuesta frente al estrés, asociada a trastornos como la esquizofrenia, autismo, y al trastorno obsesivo-compulsivo. La pica relacionada con el tabaco puede interpretarse como una conducta adictiva.