Laboral

Otra manifestación clave y evidente del rechazo social al obeso se da en el mundo laboral.

Un estudio sobre las relaciones entre una persona con sobrepeso y un empleo concluyó en líneas generales que las personas con sobrepeso son consideradas menos competentes, más desorganizadas, indecisas e inactivas. En el caso de las mujeres la situación se agrava aún más. En la mayoría de los casos, cuando las chicas salen a buscar trabajo, lo primero que les piden es “buena presencia”, lo que suele implicar tener un cuerpo delgado. La promoción profesional es mucho más asequible para las delgadas que para las que no lo son, las que son más corpulentas y no se les considera algo que atraiga a la población o dar una buena imagen.

Como ejemplo se puede citar el caso de los auxiliares de vuelo o azafatas, que pueden ser despedidas por tener problemas de sobrepeso; ciertas compañías controlan las medidas de sus muslos y caderas hasta acostumbrarlas a establecer unos límites (es importante señalar que los trastornos alimentarios en las azafatas se suelen dar de forma muy frecuente).

También ha podido verificarse que se considera que las mujeres más emprendedoras, y social y laboralmente más activas, son delgadas, mientras que a las más voluminosas y gruesas se les atribuye funciones de madre o esposa, sin darle mucha importancia a los conocimientos reales, tan solo a la imagen ante la sociedad.