Evaluación y tratamiento

El diagnostico de pica se establece cuando se cumplen los criterios del DSM-IV-TR o de la CIE-10, durante la intervención terapéutica del paciente. Luego se intentan determinar los factores etiológicos y las posibles complicaciones, mediante antropometría, análisis y evaluación de la ingesta.

Existen pruebas específicas para cada uno de las sustancias ingeridas, como es el caso del hiero, ferritina sobre todo, que reflejan el estado de los depósitos corporales. Para el estado nutricional del cinc, no existen pruebas de uso clínico, por lo que se combinan varios índices que precisan la profundidad de la carencia y la rapidez con que se ha producido. El plomo es fácil de analizaren una muestra de sangre. Igualmente puede ser necesario analizar las heces para demostrar la presencia de parásitos o de anticuerpos antiparasitarios.

Con respecto a la ingestión de cuerpos extraños, una simple radiografía de abdomen, puede resolver la sospecha. Aunque puede ser necesario utilizar otras técnicas radiológicas, endoscopia u otro estudio en profundidad.

El análisis funcional de la conducta, en niños y retrasados mentales, puede ser clave para el tratamiento psicológico. El 20-30% de discapacitados intelectuales de instituciones, tienen un trastorno psiquiátrico asociado.

Las familias de los afectados deben ser informadas sobre el trastorno y sus consecuencias. Observación de la conducta, vigilancia, prevención, son pasos fundamentales y en ocasiones los únicos con discapacitados intelectuales, para obtener un buen tratamiento. Si se demuestra una carencia de micronutrientes hay que tratarla inmediatamente, así como la causa que la pueda producir.

Por otro lado, están los que piensan que el síndrome de pica es una acción aprendida ancestralmente para que los seres vivos, entre ellos el hombre, obtengan los micronutrientes que no consiguen por otro medio. Esta respuesta se origina o empeora por falta de un oligoelemento que normalmente suele ser el hierro o el zinc. En estos casos el tratamiento consiste en abastecer las cantidades necesarias de la sustancia que falte y observar la evolución de éste.

Si no desaparece el síndrome es necesario intentar convencer al paciente a que abandone la práctica de éste o incluso, en el peor de los casos, que tome precauciones acerca del lugar del que consume, buscando así en zonas no contaminadas o cocinar antes de ingerir.

De todas formas, no existe un patrón único de tratamiento. Es imprescindible la acción de un equipo profesional que estudie y tenga en cuenta factores biológicos, psicológicos y sociales.

Los expertos en psicofarmacología afirman que no hay ningún fármaco concreto que elimine este síndrome. Incluso ellos no aconsejan ninguno pero, en caso de elegir, escogen los inhibidores de la recaptación de serotonina.

El uso de fármacos debe ser controlado en función de la patología psiquiátrica o de los trastornos de conducta que se padezcan y, al mismo tiempo, junto con medidas psicológicas, sociales y educativas (abandono, desamparo, negligencia, pobreza, problemas familiares y otros factores de riesgo deben ser tratados porque estos pueden ser una de las causas por las que aparezca este síndrome). Además también es importante la formación de los padres y cuidadores en las ideas básicas acerca del aprendizaje, castigo y control de los estímulos.

En determinados casos el tratamiento es tan difícil que se establece una vigilancia continua del paciente.

En resumen, los tratamientos más comunes son:

  • Administración de suplementos nutricionales.
  • Suministro de fármacos para así controlar algunos factores como los antojos, el estrés o la depresión.
  • Asesoramiento psicológico.
  • Terapia para corregir el comportamiento y las conductas.